Happy B-Day 2me

El otro día recibí, coincidiendo con mi cuadragésimo cuarto verano en el Planeta, un regalo muy auténtico.
Se trata de una crítica de «Som Pastor» del grandísimo Borja Barrera Allué, un joven pero ya veterano pensador y comunicador. Hay que seguir muy cerca sus pasos.
Gracias de nuevo, tocayo, lo conseguiste. Hiciste que ese 28 de Julio fuese un poco más especial.
«El cine de masas refuerza las relaciones tradicionales, legitima historias que ya hemos visto, genera una alteridad necesariamente hostil y normaliza esteretipos conservadores. Sin embargo, hay obras que abren una ventana de aire fresco: nos acercan a mundos desconocidos, a personajes buenos (en el sentido más clásico de la palabra) y a situaciones que creeríamos imposibles. Duchamp dijo que «El arte es un reloj que se avanza a su tiempo.» Pero matizaba: «A veces». Pues una de estas veces es Som Pastor, un retrato rural de Borja Zausen.
En este cortometraje documental se nos invita a mirar el futuro a través de los ojos de un niño de once años, que habla desde uno de los oficios más antiguos de la humanidad: el pastor. Con un tratamiento transparente y sincero, el documental aprovecha con habilidad el desparpajo de Miquel, quien tiene claro a qué quiere dedicarse. La sensación que nos llega es que el joven lleva mucho tiempo sabiendo que él vivirá toda su vida para trabajar el campo y los animales. Incluso más tiempo del que él mismo ha vivido. Miquel, de ojos rasgados, habla como una persona muy experimentada, con un discurso casi férreo. 
Escribo «casi» porque no pude evitar sentir la contradicción que me generó el amor que profesa por la naturaleza, siendo esta en realidad su fuente de su supervivencia. Me cuesta aunar alguien que dice que ama los animales con imágenes de esa misma persona matando un gallo con total normalidad. Pero esa doble moral o romanticismo mal interpretado es mostrado sin tapujos por Zausen. En cualquier caso, lo que hoy yo interpreto como incongruente puede llevarme a una tensión interna mía, y finalmente comprender mejor la complejidad del mundo, y es el valor que le doy al documental por encima de cualquier otro.
También escribo «casi» porque también me sorprende conocer a un chaval tan joven y con las ideas tan claras, lo que me lleva a preguntarme si es un discurso propio o adquirido, más teniendo en cuenta el contacto con un pastor «de toda la vida» que aparece en la segunda mitad del metraje. 
En el caso de Som Pastor (y, para mí, en la mayoría de casos), menos es más: en ocho minutos nos muestran personajes e ideas con claridad y sin exceso. Pero el montaje rápido, tal vez acorde con el carácter publicitario institucional que se da en el epílogo del corto, da poco espacio y tiempo para la reflexión reposada. En cualquier caso, una vez terminado, es perfectamente posible -inevitable, de hecho- no cuestionarse si estamos viviendo la vida que realmente queremos.»
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